La reinterpretación de este espacio consistió en trabajar un penthouse entregado en obra gris en donde originalmente todos los espacios estaban en planta baja, por lo que se tomó la decisión de trasladar la segunda recámara con terraza a la planta alta, lo que permitió generar espacios más amplios en el primer nivel, sobre todo para la recámara principal y el estudio.
En la primera planta también se encuentran una cava de vinos con capacidad para 150 botellas, un baño de visitas, una cocina y el área de servicio.
Para la elaboración de este proyecto –construido en un espacio de 300 m2 y cuya intervención fue llevada a cabo por ASP Arquitectura Sergio Portillo– se cuidó cada detalle con la intención de crear no solamente un fenómeno visual sino también una experiencia sensorial, en la que la escalera se convierte en la columna vertebral del proyecto. Este rincón es la parte más ambiciosa del espacio, pues además se sitúa junto a un ventanal que difumina delicadamente la entrada de la luz natural hacia el comedor y la estancia
La estructura de dicha escalera flotante es a base de PTRs forrados de MDF y chapa de madera que se sujetan a la losa, mientras que, por otro lado, algunos muros se conservaron de concreto aparente y otros se cubrieron con muebles de carpintería laqueados, fabricados a la medida y diseñados por el propio despacho.
Respecto del espacio de transición del área pública hacia la privada, la duela sube en forma de lambrín al muro, creando una continuidad material en las superficies.