Casa Lago se erige como un santuario residencial donde el diseño de interiores se convierte en un homenaje a la individualidad, el arte y la textura. El proyecto, desarrollado por BOIDE en colaboración con AS Arquitectura, combina materiales nobles con una curaduría sensible de mobiliario y arte, para crear un entorno sofisticado y profundamente personal.

Un punto de partida artístico
Pensada para un coleccionista de arte, la casa recibe a los visitantes con un vestíbulo de doble altura. Desde el inicio, se establece un diálogo entre arquitectura y arte, gracias a la presencia de una obra de la colección privada del cliente y una pieza antigua de origen chino, colocadas estratégicamente para generar un impacto visual inmediato.

Escalera escultórica y mármol como protagonistas
El elemento más destacado del acceso es una escalera en espiral diseñada por los arquitectos, donde el travertino negro avejentado actúa como material unificador. Este gesto arquitectónico se impone como punto focal, reforzado por una paleta de materiales que incluye madera y mármol, seleccionados cuidadosamente para amplificar la experiencia espacial.

Integración fluida entre arte, mobiliario y función
La sala y comedor se presentan en un solo espacio de carácter abierto. Aquí, el diseño se basa en la combinación de piezas singulares, tanto en mobiliario como en arte, que se equilibran entre sí para generar una atmósfera dinámica y acogedora, pensada tanto para el confort como para la contemplación estética.

El bar: lujo y versatilidad en un mismo gesto
Otro de los espacios clave es el bar, concebido como un volumen multifuncional que articula barra, sala y área de juegos. El mismo mármol empleado en la escalera actúa aquí como telón de fondo, creando continuidad visual y sensorial.

Materialidad y sensibilidad curada
El uso armónico de texturas naturales, como el mármol, la madera y acabados personalizados, refuerza la narrativa del espacio: cada rincón de Casa Lago está diseñado para contar una historia, en la que el arte y el diseño conviven con sutileza y profundidad.

Edición 84 | Patricia Urquiola

