La versatilidad y el compromiso son algunas de las peculiaridades del trabajo de Alejandro Grande, quien se formó como diseñador industrial en la Universidad Iberoamericana, pero que ha transitado a exploraciones artísticas en la búsqueda de encontrar un lenguaje propio.
Del diseño al arte y viceversa
Influenciado por el trabajo de artistas como Olafur Elliasson, y con referencias del trabajo de diseñadores mexicanos como Emiliano Godoy y Liliana Ovalle, Alejandro Grande pertenece a una generación en la que el diseño hecho en México se ha profesionalizado y ha alcanzado reconocimiento internacional.
Con el bagaje cultural del diseño mexicano —desde el legado de personajes como Clara Porset o Van Beuren, y el diseño contemporáneo de un gran grupo de creadores y creadoras que trabajan desde nuestro territorio— era de esperarse que las nuevas generaciones hicieran nuevas búsquedas en su quehacer personal.
Así, y aunque el concepto de arte-objeto no es nuevo, hoy existe en México una gran movimiento en el que los creadores transitan entre el arte y el diseño y viceversa. El diseño que se muestra en galerías, el diseño coleccionable y las piezas únicas se han convertido así en los enclaves a examinar por un grupo creciente de creadores; y es uno de los medios entre los que Alejandro Grande se ha destacado.
No son las únicas preocupaciones de Grande. «Me interesa la posibilidad de expresar formas y conceptos, explorar con materialidades diferentes como la cantara y las piedras para llegar a diferentes lugares, pero también me interesa entender procesos artesanales», nos cuenta.
Diseño y autoconocimiento
Si bien, en el trabajo de Alejandro Grande podemos encontrar proyectos de interiorismo, escenografía y piezas netamente funcionales hechas por encargo, su propuesta actual se ha encaminado más hacia la práctica artística que tiene como soluciones objetos de diseño en los que experimenta con materiales como la piedra, las resinas y el metal.
Estos materiales le han permitido experimentos variados, desde las distintas vetas del terrazo, las remembranzas del art decó en los metales o los resultados inesperados de la resina. «La resina es un material muy particular porque nunca sabes cómo se va a solidificar; es una sorpresa. A mí me ha permitido soltar el control como artista para permitir que la exploración te vaya llevando de la mano», nos dice.
Otro de los nortes que guían su trabajo actual tiene que ver con su compromiso con la meditación y su experiencia con los cuencos tibetanos, y ambas prácticas están tan relacionadas con su proceso creativo que podría decirse que su trabajo es también un medio de autoconocimiento. «Me interesa las experimentaciones con el espacio, pero también a nivel conceptual. Temas como el xamanismo o mi propia experimentación con la meditación son muy importantes para mí».
En 2019, por ejemplo, creó para Design House la instalación Introspicere: «Dentro de este entendimiento espiritual de los objetos desarrollé esta colección de obsidiana junto con una galería, y la intención era adentrarte en un espacio de introspección. La obsidiana pone en tu realidad todo lo que no quieres vivir, lo vivas, lo trasciendas y evoluciones como ser humano».
Diosa altanera
Diosa Altanera, por su parte, se trata de una pieza hecha para el restaurante Altanera. El tema está basado en las raíces mexicanas, y Alejandro Grande se inspiró en dos deidades femeninas con valores muy distintos para fusionarlas.
Por un lado retomó a Xochiquétzal, la diosa de la belleza, las flores o el amor, y por otro a Tlazoltéotl, la divinidad de la dualidad, la lujuria y la muerte. «Encontré a Xochiquetzal que es una diosa de las flores, la belleza y la armonía, y a Tlazoltéotl que es una deidad de la inmundicia y la lujuria, y las uní en una pieza que custodia esta cantina en la colonia Roma».
Colaboraciones
Otro elemento que distingue la obra de este creador son las colaboraciones. Ya sea con arquitectos en proyectos de hospitalidad, con marcas de lujo como Cartier o El Palacio de Hierro, Alejandro Grande aporta con su visión para crear experiencias de marca.
Para el aniversario de El Palacio de Hierro, por ejemplo, creó una instalación en la que explora el lujo, pero no como un valor de ostentación, sino como una experiencia sensorial.