09 julio 2020
Vigas de madera, muros y piedra
Noso es un proyecto que desafía la creatividad y capacidad de diseño; se trata de un restaurante de cocina de autor en un espacio reducido: 70 comensales en 180 metros cuadrados en un primer nivel.
Creado por Faci Leboreiro –Carlos Faci y Marina Leboreiro–, el equipo desarrolló varios esquemas de distribución para el restaurante Noso –ubicado en Polanco, Ciudad de México–, maximizando las circulaciones y conteniendo el área de preparación en una sola isla de trabajo, con lo cual la cocina redujo su tamaño considerablemente, logrando la capacidad deseada.
“Trabajamos únicamente con mano artesanal para lograr el efecto deseado, exploramos la transformación de materiales económicos y regionales a través de estos procesos artesanales, en elementos elegantes, sofisticados y nacionales. Cada rincón del restaurante se aprovechó de alguna manera para crear un espacio funcional y espacioso al mismo tiempo”, explican Faci y Leboreiro sobre el proyecto.
Al abrirse las puertas del elevador, un gran monolito de granito –inspirado en un horreo gallego donde sólo se ilumina discretamente el nombre del restaurante– recibe a los comensales. La textura rugosa de la piedra miracema se suaviza por medio del rayado artesanal que se realizó aleatoriamente en ella. Al seguir el recorrido, un pasillo compuesto por esbeltas vigas de madera que bajan sobre el muro crean una dramática perspectiva y un ritmo que continúa hacia el salón, jugando con los reflejos del espejo y con franjas de tenue iluminación, guiando al comensal de la penumbra del acceso a la luz del salón.
La inclinación en los muros de piedra, en conjunto con la luz que sale de ellos, crea la sensación de que los pesados monolitos de granito flotan. Una vez en el salón, la celosía de placa acero se apodera del espacio, creando filtros y juegos de luz, al mismo tiempo que dan un sentido de intimidad al salón.
La única pieza de arte que se encuentra en el restaurante es la escultura de Carlos García Noriega, que funge como remate visual del lambrín. Al fondo se observa el trabajo de los chefs en su cocina abierta no sin antes pasar por uno de los espacios más especiales del restaurante: la cava.