Interpretar la tipología de una casa mexicana en una versión contemporánea fue la premisa para diseñar Casa Keita, en donde el patio central se convirtió en la circulación y vista principal de la residencia. Este mismo es el corazón del proyecto –realizado por Di Frenna Arquitectos–, pues se contempla desde cualquiera de los espacios y se rodea completamente de las zonas más privadas y sociales de la propuesta.
La vegetación existente y el clima en la ciudad de Colima permitieron la apertura continua de los volúmenes propuestos. En el diseño, todos los espacios son permeados siempre de algún modo por la vegetación, el aire y la luz natural, componentes que a la vez conquistan hasta borrar la barrera entre naturaleza y cuerpos arquitectónicos.
Para generar una atmósfera más íntima y acogedora, se propuso una sola planta con la intención de vivir una vinculación más directa en todos los espacios, premisa que también dio lugar al gesto en el que absolutamente todo el programa pueda convivir directa y tangiblemente con el entorno.
La volumetría juega un papel interesante en el planteamiento de la casa, son claros los ejes principales del proyecto y evidente el movimiento de cuerpos que favorecen la generación de nuevas áreas casi como una intencionada acción en el terreno de interacción entre negativo y positivo.
Se aventuró con una selección de elementos en una gama de colores contrastante, que logró la armonía perfecta con los árboles y las tonalidades verdes del contexto. La textura y el color del tabique rojo coordinado con el concreto, la madera y la presencia de la estructura de acero, proponen una estética que reafirma la calidez que se buscó en el diseño.
La mezcla de estructura de acero y concreto fue la solución que admitió la ejecución de la construcción. El proceso de cimentación fue uno muy meticuloso, ya que se configuró como parte de la estética de la casa al proponer muros con concreto pigmentado negro que protegieran los volúmenes de ladrillo los cuales se conformaron de manera artesanal.
Las vigas y columnas de acero se convirtieron en fundamentos rítmicos y compositivos al formar parte de un conjunto de líneas y planos, que en ocasiones también recuerdan a grietas o aberturas verticales en los grandes cuerpos arquitectónicos, por los que se concede un recorrido de agua que termina en acertados espejos de agua.