Sobre un terreno de 11 x 33 metros ubicado en el centro histórico de Mérida, se levanta esta antigua casa de estilo colonial, hoy conocida como The horseshoe house (herradura por su nombre en inglés). La vivienda, consta inicialmente de 4 crujías originales con imponentes techos de 6 metros de altura y una ampliación realizada en años sucesivos dispuesta en forma de “L” buscando el abrigo del sol de poniente.
El estado de los techos no garantizaba gran durabilidad, de modo que se optó por la demolición de la totalidad de las losas existentes para su reemplazo por nuevos techos de viguetas y bovedillas de concreto. En las crujías originales, se respetó la vista de vigas de acero y viguetillas de madera tal y como se había realizado en el pasado.
La remodelación de la vivienda, aunque proponiendo nuevos espacios y vivencias, respeta íntegramente la silueta en planta de la construcción existente, así como la interconexión de las 4 crujías coloniales, principio fundamental y característico de éste tipo de construcciones del centro de Mérida. Los nuevos usos y circulaciones de los espacios son, por tanto, el resultado del respetuoso encaje de éstos con la propuesta volumétrica ante la que ya nos encontrábamos. Sala de televisión / estar, cocina, bodega, terraza, piscina, jardín y dos suites de grandes dimensiones (la primera de ellas concebida como eventual departamento independiente) configuran el programa de la nueva vivienda.
Sin contravenir esta premisa, se plantea la apertura de dos vanos, cocina y dormitorio principal que, sin ser soluciones propias de la época, nos permiten contemporizar la vivencia de los espacios, incorporando visual y físicamente un patio central de grandes dimensiones que hasta entonces quedaba desconectado y en completo desuso.
Dos elementos de gran importancia fueron incorporados: tejaban y escalera de caracol. El primero, aun no siendo original en la vivienda, se realizó de forma similar a como éste elemento se construía antiguamente en la región, con la fortuna de haber conseguido finalizarlo con la original y preciada teja francesa.
El segundo, una escalera de caracol de gran altura y visibilidad, que se erige como elemento distintivo de la nueva intervención. Con ella, se accede a la terraza nocturna de planta alta donde se puede disfrutar del atardecer y de una completamente distinta perspectiva de la construcción.
La vivienda original se caracterizaba por espacios notablemente oscuros, hecho que fue corregido con la incorporación de múltiples tragaluces intencionalmente ubicados, que permiten la entrada de luz natural sin perder el control y tamizado selectivo de la iluminación de los espacios según sus usos. Se incorpora, por tanto, la luz natural a la mayoría de los espacios, sin que por ello la vivienda pierda el carácter introspectivo tan patente en la propuesta original. La elección de tonos grises y crudos con los que se finaliza la intervención, son también fruto del intento por parte del nuevo proyecto, por vincularse a través de percepciones que ya existían, con la historia de un edificio que hoy disfruta de una nueva vida.