El proyecto destacó por su diseño, estilo, colores y función, ofreciendo una propuesta arquitectónica única en la zona, fusionando exitosamente elementos tradicionales mediterráneos de la arquitectura vernácula en un ambiente que invitaba al descanso y disfrute de sus huéspedes. Con esto, Punta Mayia se convirtió en un referente en la zona, considerando su ubicación y la alta demanda turística de la zona.
Ubicado en Zicatela, Oaxaca, en la costa suroeste de México, dentro de la conurbación de Puerto Escondido, este edificio se encontraba en un lugar de alta demanda turística y era ideal para la recreación. Con una población de 45,000 habitantes, esta ciudad destacó por sus playas recreativas y de surf, su gastronomía, su orografía, su arquitectura vernácula y su encanto bohemio. Estas características posicionaron a esta ciudad como uno de los destinos vacacionales de mayor crecimiento y atractivo a nivel nacional e internacional.
Situado en una de las zonas con mayor potencial turístico, a sólo 10 minutos a pie de la playa, el proyecto fue diseñado a través de un riguroso análisis de mercado para responder a la alta demanda vacacional y brindó una opción accesible e innovadora para los locales y turistas extranjeros. Punta Mayia estaba ubicada en un terreno rectangular adyacente a una zona de alta afluencia turística. Su proximidad a la playa y a diversos negocios la convirtieron en una residencia privilegiada dentro de su contexto inmediato.
El proyecto se resolvió a través de 3 volúmenes rectangulares principales dispuestos en cada una de las tres esquinas del terreno, alrededor de la piscina y el patio principal. Cada uno de ellos albergaba dos habitaciones distribuidas en dos niveles. De esta manera, el programa comprendía seis habitaciones, cada una equipada con un baño, una cocina americana cubierta en la terraza, que perforaba y esculpía los volúmenes principales. Además, incluía cuarto de máquinas, depósito, terraza central, local comercial con medio baño y garaje para dos vehículos. El espacio comercial se ubicó junto a la entrada principal y sirvió como un espacio adicional para maximizar la generación de ingresos. Estaba destinado a vender artesanía local para los diversos turistas locales y extranjeros de la zona. La terraza central destacó como el núcleo de convivencia en torno al cual se articulaban las circulaciones entre áreas privadas.
El estilo arquitectónico se inspiró en la arquitectura mediterránea, particularmente en la de ciudades griegas como Mykonos y Santorini, para promover una atmósfera de playa activa en todo el proyecto. El diseño también incorporó elementos de arquitectura vernácula tomados de residencias indígenas históricamente presentes en la zona. Estos se reflejaron en la disposición de volúmenes fragmentados, que albergaban espacios privados, alrededor de áreas comunes centrales.
Los acabados y materiales fueron seleccionados en función de su durabilidad y bajo mantenimiento dentro de las inspiraciones. En el exterior, el cemento blanco tomó protagonismo, manifestándose en las fachadas de los volúmenes principales, complementado con los tonos arena de las piedras naturales utilizadas como carga dentro de la mezcla de cemento para todos los pasillos y escaleras que sirvieron como circulaciones principales. Este color se utilizó principalmente para mitigar la incidencia solar y reducir las temperaturas internas. En segundo lugar, madera de Macuil y hueso de coco en los techos en tonos grises, y luminarias de mimbre en tonos cálidos contrastaron cromáticamente con el blanco predominante. Las puertas y ventanas, también realizadas en Macuil y pintadas en tono azul cielo, completaron la paleta cromática. Finalmente, el mosaico de la ducha exterior proporcionó un detalle visual y un acento.
En el interior, el blanco de las fachadas de cemento penetró para dar sensación de continuidad al ambiente playero. El mismo azul cielo de puertas y ventanas repitió los acentos cromáticos del exterior, agregando una autenticidad y comodidad únicas a los ambientes de playa presentes en la zona, reforzando el estilo arquitectónico mediterráneo. Para estos espacios se diseñó mobiliario especial y se seleccionaron minuciosamente los acabados para tal fin, con revoques de cemento y pintura en paredes, pisos, fregaderos y cocinas rematadas en cemento blanco y yesos de marmolina.