Nuevas infraestructuras, como Milán 44, con el código genético para el futuro desarrollo de la CDMX se levantan en espacios urbanos que habían quedado en el olvido desde el terremoto de 1985.
Un almacén de cuatro plantas construido a principios del siglo XX que originalmente funcionaba como una tienda de refacciones para autos en la colonia Juárez de la CDMX; ahora se levanta como un mercado urbano que reactiva y conecta un barrio en el que conviven dos zonas muy diferentes entre sí: el distrito financiero de Paseo de la Reforma y el animado epicentro de la cultura hípster en la colonia Roma Norte. Hablamos de Milán 44, un proyecto de regeneración urbana, diseñado por el arquitecto Francisco Pardo en colaboración con su colega Julio Amezcua.
Transformar el edificio existente de acuerdo con la nueva dinámica del área ha sido el principal desafío para el despacho de arquitectura, que decidió integrar la cuadrícula regular de vigas de hormigón, columnas y losas, originalmente concebida desde una perspectiva utilitaria, a la nueva función pública del espacio poli-dinámico. Expuesto como un esqueleto, la estructura reticular es el marco para un mercado local de dos pisos, restaurantes y algunos espacios comerciales privados que incluyen una peluquería y un estudio de yoga.
Aunque haya mantenido intacta su escala y estructura, el edificio ha sido totalmente remodelado: se ha añadido una escalera verde para generar una circulación vertical fluida. Actuando como un hilo conductor, este elemento conecta los espacios e invita a los visitantes a explorar el edificio. El clímax arquitectónico culmina en el último piso, también abierto al público, que alberga una cervecería. De esta manera, Milán 44 ofrece a la ciudad mucho más que un edificio estándar para uso comercial; en su lugar, se convierte en un dinámico espacio que celebra la colectividad.