Localizado en Ciudad Camargo, en el estado de Chihuahua, México, el CRIAA se desarrolló en un área de 580m2, a lo largo de los cuales busca dar respuesta al lugar respetando los árboles existentes, caracterizados algunos por tener más de 60 años de antigüedad, así como aprovechar las vistas naturales del entorno y usar materiales de la región para su construcción.

El proyecto del Centro Regional Integral para la Atención del Autismo estuvo liderado por Urbánika, una oficina mexicana de arquitectura que aborda temas sociales, de paisaje y espacio fundada por Oscar Chávez y Federico Campos, en colaboración con Acento Colectivo y Plan Proyecto.

Para la implantación se decidió mantener cuatro patios interiores para no intervenir los árboles, facilitar la iluminación interior, controlar las vistas y tener la facilidad de llevar a cabo actividades en el exterior relacionadas a terapias y eventos de formación del centro.

El CRIAA está destinado a atender a niños y jóvenes autistas principalmente de la región a través de terapias, cursos e información, por lo que el plan arquitectónico retomó, a su vez, cuatro indicadores de accesibilidad cognitiva en entornos y edificios establecidos por el Centro Superior de Estudios Universitarios La Salle Madrid.
El primero consiste en la fácil identificación del edificio desde el exterior, para el cual el edificio se construyó con ladrillo, contrastando con el resto del conjunto en el que se encuentra, el Parque Infantil Arturo Armendáriz. Sin embargo, este contraste dialoga con elementos de su entorno como la rugosidad de los árboles que lo abrazan y las sombras que éstos generan;

El segundo que se basa en una lectura clara del acceso principal, mismo que se resuelve mediante la distinción del punto de ingreso al estar colocado en el volumen de mayor altura y por su color azul;

El tercero, que hace referencia a la identificación clara de los destinos y recorridos dentro del proyecto. Para lograr esto, el diseño del CRIAA contempló el uso de pictogramas de comunicación alternativa y aumentativa, en los que el color ejerce un papel fundamental para señalar los espacios interiores y los recorridos de origen-destino. Además, con la intención de reforzar dichos señalamientos, las entradas a los cuatro espacios principales de terapia tienen un recubrimiento del mismo color que el mobiliario en su interior y las entradas de éstos tienen diferentes anchuras para asociar cada sala con un tamaño específico;

Y el cuarto, que consiste en eliminar el efecto laberinto para ofrecer a los asistentes seguridad espacial cognitiva. Ello se obtuvo como resultado de la organización de las áreas en dos pasillos principales que facilitan el desplazamiento interior como secuencia de lugares sin fracturas espaciales.

Basta decir que el Centro Regional Integral para la Atención del Autismo es un proyecto que no sólo comunica belleza y respeto por su entorno, sino que cumple con lo que la arquitectura debe brindar a quien la habita: la satisfacción de sus necesidades en un espacio amable.
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