10 noviembre 2025
Glocal 86 | Mattia Di Frenna: Diseñar para uno mismo
Al habitar su propia obra, Mattia Di Frenna descubrió que diseñar para uno mismo no es un ejercicio estético, sino un viaje de introspección: un espacio donde las vistas, los recuerdos y la funcionalidad se entrelazan con la esencia de quien lo habita.
Habitar la propia obra es un ejercicio de honestidad radical. Para Mattia Di Frenna, enfrentarse al diseño de su penthouse significó mirar hacia adentro y cuestionar cada decisión. No era solo elegir materiales o volúmenes, sino imaginarse a sí mismo viviendo allí todos los días. «Fue mucho más difícil diseñar para mí mismo que para cualquier cliente», reconoce. La duda sobre si un tono gris o beige sería agradable a largo plazo se convirtió en un espejo de su vida, un recordatorio de que la arquitectura personal exige más introspección que espectáculo.
Una historia de transformaciones
El proyecto no nació como un penthouse, sino como una casa unifamiliar. En 300 metros cuadrados de terreno, Mattia y su familia soñaban con una vivienda cercana a un río y a enormes árboles. Pero el crecimiento urbano transformó el destino del predio: la llegada de una avenida principal y el uso de suelo mixto hicieron que la casa dejara de ser viable.
La respuesta fue una torre de departamentos. En ese pequeño lote se levantaron dos dúplex, dos departamentos y, en la cima, el penthouse que hoy habita el arquitecto. «Nunca estuvo planeado quedarnos con él, fue una decisión que se dio sobre la marcha», recuerda. Cada losa construida revelaba nuevas vistas: los volcanes de Colima, los árboles centenarios. La emoción de mirar desde arriba lo convenció.
Arquitectura desde la experiencia
El aprendizaje de Mattia no comenzó en la torre, sino en la primera casa que rentó en Colima: pequeña, calurosa y nada funcional. Aquella vivencia lo marcó. Desde entonces, cada proyecto debía responder a preguntas básicas: ¿cómo corre el aire? ¿cómo refrescar la casa? ¿cómo generar remates visuales y patios que oxigenaran la vida interior?
Al habitar su propio departamento, confirmó que los espacios no necesitan ser enormes para ser confortables: «nos dimos cuenta de que con algo chico podemos habitar mejor que con grandes dimensiones». Incluso los techos más bajos, que podrían parecer limitantes, se volvieron aliados de la calidez y la intimidad.
Materiales y sinceridad estructural
La estética del departamento surge de la honestidad constructiva. El mismo sistema estructural define la expresión: vigas de concreto que funcionan como bordes de las losas, madera y acero sin maquillaje. «Se puede hacer arquitectura sencilla donde el puro efecto estructural sea estéticamente apreciable», afirma.
Más que minimalismo, el penthouse es un espacio que refleja su identidad: limpio, sencillo, pero profundamente personal. Cada rincón guarda objetos de viaje, libros y memorias.
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