| Arquitectura |
Para el arquitecto David Suárez del despacho Broissin, el Centro Financiero Tlalpan es uno de sus proyectos más completos. Se trata de un edificio corporativo de uso privado que representa la tercera etapa de modernización de las instalaciones de todo un complejo que, de ser unas bodegas instaladas en unos terrenos de gran tamaño, se fueron transformando en oficinas y estacionamiento con áreas de esparcimiento para la convivencia de más de 1,300 personas.
“Desde un principio, el plan original fue muy ambicioso, mucho de la dirección del proyecto fueron decisiones que se tomaron en conjunto con el cliente, para que en ocasiones la propuesta de algunos sistemas constructivos resultó sorprendente por su innovación tecnológica y experimentación”, cuenta Suárez, quien reconoce que el hecho de que el cliente se involucrara en los procesos hizo sentir a todo el equipo ‘como en casa’.
Así, el edificio tiene una capacidad para 1,446 automóviles en respuesta a un agresivo programa de financiamiento automotriz del grupo para los colaboradores a razón de 8 autos por cada 10 empleados, que en total suman 44,700 m2 contenidos en 3 sótanos y 4 plantas en la superestructura.
Favorecido por su altura en la estructura, el volumen vidriado contiene posiciones para 1,143 personas en dos plantas de 6,000 m2 cada una, superficie que exigía una solución para tener iluminación natural.
“Decidimos entonces tener cuatro patios abiertos al interior de las oficinas que además de mitigar bien el problema de la luz, ordenaban y seccionaban físicamente los departamentos optimizando funcionalmente cada planta. Era imperante la necesidad de conectar el nuevo edificio con sus predecesores por el estacionamiento que quedaría en su totalidad en el nuevo inmueble dando servicio a todo el conjunto; aprovechamos ese pretexto para tener un espacio abierto que funcionara como parque o plaza pública de convivencia”.