11 agosto 2015
ROW NYC HOTEL
En un edificio que data de 1928, diseñado por Herbert J. Knapp —un gran arquitecto de espacios teatrales—, el despacho Gabellini Sheppard Associates se propuso desarrollar un concepto que lograra plasmar cómo se vive la cultura, el entretenimiento e historia que la ciudad de Nueva York tiene para ofrecer, y he aquí el gran resultado.
Visitar una ciudad como Nueva York que es por demás energética y llena de cultura, siempre obliga a una reflexión muy sencilla: ¿Cuál será la mejor opción para hospedarse, más aún cuando el motivo del viaje es conocer lo nuevo de la escena creativa y, en sí, se busca que el viaje sea una experiencia de diseño per se? Sencilla y complicada decisión para la editora de una revista de diseño y arquitectura.
El equipo de trabajo de Glocal tiene una labor de lo más bella de este mundo: todos los días conocemos a alguien, vemos un proyecto único o visitamos ferias entrevistando a gente que inspira por su propio existir… Pero a diferencia de las demás fuentes, nosotros caminamos en una feria de 7 días más kilómetros que otros colegas en un mes; es decir, se trata de un trabajo físicamente muy demandante, al que se suman los cocteles, que sí, son refrescantes, pero requieren una energía inimaginable que sólo puede proveerla la pasión.
Entonces, ¿qué buscar cuando se trata de descansar un poco? Un lugar que extienda el magnetismo y que resuma en un espacio esa sensación que nos dejó ver y vivir lo más actual del diseño; así, llegamos a ROW Hotel. Desde que supe que estaba en pleno corazón de Times Square, y que en la calle contigua estaban los teatros en donde los mejores actores del mundo se presentan noche a noche, imaginé que esa vida sería llevada a los muros. Y así fue.
Me recibió un elevador que conecta la entrada con el lobby, su transparencia y luminiscencia contrasta con los materiales que vemos dentro de él: acero y madera. Al abrirse las puertas nos sorprenden dos esculturas de luz de gran formato del artista Yorgo Alexopoulos, que flanquean el pasillo que lleva a los elevadores; impactantes. Para esperar mi habitación me senté en el lobby bar llamado Distrito M; y como amante del arte, me atrapó una proyección continua de arte digital: espléndidas fotografías paparazzi, que no podía dejar de ver: Elvis saliendo de un concierto, Sofía Loren cuidándose el maquillaje, Barbra Streisand pidiendo que no le tomen fotos, Jackie Kennedy bajando de su coche, Andy Warhol bebiendo una copa con Frank Sinatra; momentos únicos e inolvidables captados por quien llevó el término paparazzo a otro nivel: el gran Ron Galella.
En medio de aquel ciclo de fotografías apareció el gerente frente a mí, invitándome a conocer mi suite. De inmediato le pregunté por quién había diseñado ese espacio y sonrió al confesarme que es la primera pregunta de mucha gente, “Gabellini Sheppard Associates —respondió—, y estamos muy contentos con el resultado”.
No puedo continuar sin mencionar que los directivos de ROW Hotel al saber que iría al New York Design Week, me otorgaron un upgrade para que experimentara un penthouse, y enorme sorpresa me llevé al abrir la puerta y saber que me habían dado la suite Ron Galella. Cuando llegué y caminé hacia la sala, lo primero que vi fue inolvidable: la imagen de John Lennon platicando con Mick Jagger, los dos impecablemente vestidos de smoking. No pude ser más feliz. La suite es un departamento de 90 m2, con todo lo necesario para olvidar al mundo. La vista que se tiene de la bahía y la iluminación que emerge de los espectaculares de la Octava Avenida contrastan con el silencio y la armonía que rigen el espacio.
De diseño sobrio pero expresionista por sus acentos grandilocuentes, planeados por el afamado despacho Gensler, el lugar transmite con sus elementos la vibrante vida de las calles de Nueva York, a través de colores vivos pero que son acompañados por tonos neutros por lo que nunca nos sentimos invadidos, al contrario, el espacio nos cobija. Y con todo y lo bello de aquel lugar, salí al New York Design Week, pero ansiaba el regreso pues me esperaba un baño caliente en una rica tina, y una cama de 3000 hilos en donde me perdía por las noches.
Así el objetivo fue cumplido: llegaba cansada pero al ver mi derredor me perdía y recordaba palabras, frases, momentos de una experiencia de diseño total.