08 abril 2020
Rincón gastronómico para el alma
La historia de una construcción que pasó de ser la cava de una familia adinerada a un mercado que deleita por su oferta gastronómica y que además cuenta con una filosofía y arquitectura que integra conceptos orientales en un contexto occidental.
En el centro histórico de la Ciudad de Morelia y bajo la premisa de rescatar los elementos originales de una bodega abandonada surge Mercado La Cantera, un proyecto llevado a cabo por el despacho HW Studio, taller de arquitectura fundado en el 2010 con el propósito de estimular e implicar en el proceso arquitectónico principios artísticos y filosóficos orientales (budistas) con occidentales, para crear espacios que evoquen paz y tranquilidad.

El espacio llamó la atención de los arquitectos, puesto que el silencio invadía cada rincón, algo inusual en el centro de una ciudad mexicana, por lo que visualizaron la gran oportunidad de combinar el lenguaje y la arquitectura del pasado para explotar la relación y la dialéctica entre ambas.
La historia de la construcción data de mediados del siglo XVI, cuando fungió como traspatio y cava de una familia adinerada, para con el tiempo hacer varias alteraciones como la que el techo se cubriera de láminas de aluminio y los muros de cantera se aplanaran con cemento, además de que también se colocó un piso de mármol y resina característicos de los años 60, para finalmente convertirse en lo que es hoy.

El proceso de diseño comenzó con un análisis de los lugares de comida más populares de la zona; se identificaron los principales elementos compositivos de los mismos, los ejes, los recorridos, los volúmenes, la apertura del cielo, los árboles y el uso de materiales naturales, a partir de los cuales se hizo una interpretación que se integró a la propuesta, en la cual se reveló lo que la construcción fue en sus épocas de gloria, retirando las alteraciones y los aplanados que se habían hecho previamente.
Mercado La Cantera se encuentra trazado en una avenida central arbolada, flanqueda por dos volúmenes blancos que aprovechan la longitud del espacio, los cuales dan lugar a los locales gastronómicos, donde encima de cada uno, se ensamblaron otros dos con forma de L invertida, lo que da protección a las mesas en la planta baja y crea terrazas en la planta alta, además de que enmarca las diferentes capas de la historia arquitectónica y permite que se filtre la luz de manera natural.



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