Nacido en España de padre sueco y madre gallega, Oscar Hagerman (La Coruña, España, 1936) se afincó en México en 1952 y fue en este país donde construyó una carrera en donde la colaboración, la conciencia social y el uso de materiales provenientes de la Tierra han marcado su itinerario dentro de la arquitectura y el diseño.
Egresado de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, Oscar Hagerman trabajó con arquitectos como Félix Candela y José Luis Benlliure, y ya como arquitecto independiente, conformó una investigación basada en la escala, los materiales, el confort y las relaciones entre los usuarios y sus espacios.
Actualmente sus actividades transitan principalmente en proyectos relacionados con la ecología, el rescate de técnicas tradicionales para la construcción, la vivienda rural y los muebles producidos artesanalmente.
Agente social
Mucho antes de que se pusieran de moda acciones como la visibilización del trabajo artesanal, Oscar Hagerman ya dedicaba esfuerzos para reconocer su trabajo e incidir de manera respetuosa en el entorno rural.
En 1968 inició un trabajo con la cooperativa de carpinteros Don Emiliano en ciudad Netzahualcoyotl, para producir diseños económicos, fáciles de realizar, sencillos, y que aprovecharan al máximo los materiales; y desde entonces trabaja en conjunto con comunidades de todo el país.
En su práctica siempre prefirió proyectos que tuvieran un matiz social, como la construcción de escuelas, viviendas y clínicas. Ha propuesto soluciones para la vivienda campesina en diferentes lugares del país, y ha preparado a maestro de obras en el uso de técnicas tradicionales de construcción, con la idea de que «con el tiempo las personas aprendan a construir sus propias viviendas».
En todos sus proyectos rurales, Oscar Hagerman investiga y aplica los materiales y técnicas de cada región. En 2001 proyectó una pequeña clínica en Acteal, en donde ocurrió la matanza de 1997. Sobre esta obra Hagerman ha dicho: «Este fue unos de los proyectos más difíciles en mi carrera».
Ha diseñado y construido albergues para niños indígenas en diferentes partes del país; un centro alfarero en San Miguel Tenextatiloyan, Puebla; y casas para niños en situación de calle en los estados de Puebla y Oaxaca. En 2006 hizo el proyecto de la Universidad Indígena Intercultural Ayuuk en Jaltepec, Oaxaca; entre otros proyectos relacionados con diferentes comunidades del país.
En conjunto con los arquitectos Cano y Vera, trabajó en el proyecto de la Universidad del Medio Ambiente UMA, en Acatitlan, en el Estado de México. Este proyecto se construyó con materiales y técnicas sustentables, y con sistemas de recolección de agua y producción de energía eléctrica.
La escala más pequeña de las arquitecturas
A diferencia de los estilos imperantes en su juventud, Oscar Hagerman eligió caminos entonces innovadores para su práctica. Frente a la monumentalidad del modernismo, Hagerman eligió la escala humana y los proyectos sociales. Frente al uso del concreto, Hagerman experimentó con materiales naturales. Frente al exceso, el arquitecto seleccionó siempre pocos elementos y formas esenciales, basadas en la ergonomía y en las necesidades de los usuarios.
Así, de manera paralela a sus edificaciones, empezó a desarrollar mobiliario, lo que para él significa «trabajar con la escala más pequeña de la arquitectura».
En 1968 desarrolló una de sus piezas icónicas: la silla Arrullo, inspirada en la silla de palo que hay en todos los pueblos de México. Esta silla se ha hecho con un uso responsable de materiales, y tiene formas simples, pero muy funcionales. Durante muchos años fue fabricada por artesanos de Opopeo, Michoacán y ha servido como modelo de diseño colaborativo.
Reconocimientos a su labor
El trabajo de Oscar Hagerman se ha hecho acreedor a varios y merecidos reconocimientos. Recientemente recibió la Medalla Bellas Artes en Arquitectura 2020, gracias a «su trayectoria enfocada a proyectos urbanos de viviendas, escuelas, planeación de oficinas y mobiliario para su producción industrial».
Desde 2010 ha sido becario del Sistema de Creadores de Arte del Fonca, y su trabajo ha sido motivo de exposiciones y homenajes en diferentes museos y universidades del país. En 2007 se le otorgo el premio Príncipe Claus de Holanda con el tema Cultura y Conflicto y también es Doctor Honoris Causa por la Universidad Iberoamericana de Puebla y México, la Universidad Autónoma de San Luis Potosi y la UCI (Universidad Campesina Indígena) y el CESDER.