El diseño de este edificio está inspirado en el movimiento de batuta de un director de orquesta. Cinco losas de concreto suben y bajan para dar forma, espacio y luz al proyecto, cada una representa las líneas de un pentagrama, siempre rectas, constantes, paralelas hasta el momento en que el compositor interviene en ellas.
El concepto es que el visitante descubra en su tránsito la mezcla entre lo natural y lo artificial de manera sutil. Se trata de percibir la sala de conciertos no sólo como un espacio de concreto y acero: es una invitación a la contemplación, a la armonía, a descubrir los mundos que recrea la música. El edificio nació para ser la cuna de la nueva música mexicana, su forma toma los ángulos que la acústica le enseña, no se trata de capricho o moda.
El color del concreto es blanco en representación de la pureza que caracteriza a la música. En el interior de la sala, el color rojo se muestra como símbolo de la pasión con la que el compositor escribió sus canciones.
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