Por Cecilia Avila
Su nombre aparece junto al de los mejores diseñadores del siglo XX, como Milton Glaser, David Carson o Neville Brody. Una de las características de su trabajo es que siempre busca confrontar al público, causarle algún tipo de reacción ante lo que ve. Sus diseños son provocadores y buscan cuestionar el statu quo y el rol que juegan los diseñadores en la sociedad.
Comenzó su carrera a los 15 años cuando trabajó para la revista Alphorn, una pequeña publicación de izquierda donde él escribía artículos, fue ahí cuando decidió que le gustaba más diseñar que escribir.
Estudió diseño gráfico en la Universidad de Artes Aplicadas de Viena, Austria y, posteriormente, gracias a que obtuvo la beca Fulbrigth, viajó a Nueva York en Estados Unido.s para continuar sus estudios.
En 1991 se mudó a Hong Kong para trabajar en la agencia de publicidad Leo Burnett y a su regreso a Nueva York colaboró con la agencia de diseño Tibor Kalman’s M&Co. A lo largo de su carrera ha incursionado en diferentes áreas que van desde el diseño gráfico, la tipografía conceptual, el performance y el video.
Entre sus trabajos más controvertidos se encuentra el que realizó en 1999 para la agencia de diseño AIGA, cuando decidió tatuarse en su cuerpo desnudo, las letras del cartel que anunciaba un evento. Posteriormente, en 2003 para el cartel de la exposición Sagmeister en una borrachera comió más de 100 alimentos chatarra para ganar peso, y después decidió tomar fotografías de su cuerpo semidesnudo del antes y el después. En otra ocasión, para un cortometraje sobre tipografía decidió colgarse del Empire State mientras en la calle, la policía corría de un lado a otro para atraparlo con una red en caso de que se cayera.
El año pasado presentó la exposición The happy show, una muestra que ofrecía la oportunidad de ‘caminar’ a través de la mente de Sagmeister y conocer la forma en que él ha intentado aumentar su felicidad a través de la meditación, la terapia cognitiva y algunos fármacos que alteran el estado de ánimo. La felicidad también es un tema que este creativo llevó al cine. Con ambos trabajos este diseñador no pretende hacer más contentas a las personas, pero sí quiere dar a conocer las estrategias que él ha implementado para ser cada vez más feliz.
Convencido de que la música es una de las manifestaciones artísticas más elevadas que el ser humano ha inventado y celoso porque por medio de esta se llega directamente a las emociones del público, el famoso diseñador gráfico Stefan Sagmeister quiso dedicarse al diseño para la música. Sin embargo, no fue sino hasta un año después de haber abierto su estudio en Nueva York cuando por fin consiguió su primer cliente dedicado a la música. A partir de ese momento, Sagmeister diseñó las portadas de los discos de algunos de los protagonistas de la escena musical, tales como: The Rolling Stones y Lou Reed, entre otros. Gracias a este trabajo, se hizo acreedor de dos premios Grammy. El primero por la portada de Once in a lifetime de The Talking Heads (2005) y el segundo por el arte de Everything that happens will happen de David Byrne y Brian Eno (2010).