18 agosto 2020
Losas reticulares, tabique y madera: Luna de Queso
Con más de 80 quesos locales, esta tienda-restaurante delicatessen resalta por su fachada brutalista y uso de materiales comunes con toque artístico, como celosías de concreto fabricadas en sitio.
Desarrollada por el taller m arquitecturA/Mauricio Alonso, Luna de Queso es una tienda-restaurante delicatesen que se desenvuelve en un terreno de 660 m2, ubicado a un costado de lo que será la versión Autograph by Marriott en la calle Josefina Orozco de la ciudad de San Miguel de Allende, Guanajuato.
Desde la entrada, este espacio transmite comodidad para el usuario con un estacionamiento lateral y al frente del edificio. Dentro del recinto se percibe un juego interesante de texturas, dejando atrás una fachada brutalista con un acceso modesto al lugar. Del costado derecho, se encuentra el área de tienda bajo las texturas de una losa reticular de casetones reutilizables que se emplearon en el fraguado, dejando los huecos y soportando la iluminación expuesta en los anaqueles y la zona de venta de quesos. Después, un nicho enmarca la cava de maduración de los mismos, que si se quiere puede ser atravesado por un pasillo ya sea para entrar a la cafetería por la tienda o caminar por el exterior hasta llegar a alguna de las mesas del área de alimentos.
El recorrido exterior también es interesante, pues puede hacerse sobre un andador de tabique de lama recortado en recuadros equivalentes a la mitad del estándar (14×14), dejando ver al fondo una cubierta inclinada de madera, reticulada por cantos y sostenida por pilares/gualdras de madera y mochetas de tepetate compactado dando claridad a la zona exterior, lo que permite disfrutar del “jardín” bajo un árbol frondoso.
El área de cafetería comprende 75m2 cubiertos por una techumbre inclinada; es un espacio que contiene mesas y el área de atención a clientes, además de una pequeña sala en tapanco y un baño debajo del cubo de escaleras. Este bloque está forrado de lámina negra al carbón sellada, dando un toque ligeramente industrial al contexto; un gran acierto es la continuidad de la beta del corte que se aprecia como una singular pieza de arte.
Una de las partes fundamentales de esta tienda-restaurante delicatessen es su cocina con 57 m2 en planta baja y 44 m2 en planta alta, cuya volumetría da a la firme fachada de tepetate que se aprecia al suroeste del terreno. La oficina en planta alta repite los detalles de la losa ahuecada por el casetón, tiene una vista panorámica hacia la doble altura del café dejando muy en claro el soporte del techo de estructura de madera que volteando la vista hacia arriba permite ver la separación de estos dos volúmenes.
La descripción tácita al vivir este espacio es que se buscó la originalidad con la utilización de materiales comunes en un plano artístico, como por ejemplo con la fabricación en sitio de dos tipologías de celosías de concreto: una a gran escala evocando el entramado de las pequeñas de terracota y otras alargadas tomadas del viejo horizonte barrial de la ciudad de San Miguel de Allende.