27 noviembre 2020
Estilo escandinavo y eco-sustentable: Residenza Q por Valeria Aretusi
En Abruzzo, a medio camino entre el mar y los olivos, un terreno en ruinas fue transformado por la arquitecta Valeria Aretusi en Residenza Q, una villa con un diseño limpio y nórdico, inundado de luz y tonos azules, además de fragancias de madera y sal.
Residenza Q es una villa rodeada de olivos en las colinas de Abruzzo, resultado de la demolición y ampliación de un terreno en ruinas ubicado en la cima de una colina con vistas al mar, en las laderas del pueblo de Montepagano.
Q es la letra elegida por la arquitecta Valeria Aretusi para los propietarios: los maestros pasteleros de la familia Ferretti. La Q representa un núcleo cerrado, símbolo de la casa, con una curva descendente que simula la pendiente que conduce a la costa, ya que la casa fue construida sobre una suave colina frente al mar Adriático.







Este es un proyecto de arquitectura minimalista, estilo escandinavo y una sólida base eco-sustentable, que tiene una superficie de 120 metros cuadrados por cada una de las dos plantas. La planta baja del módulo en el lado sur consta de sala de estar con chimenea, cocina, estudio, lavadero y baño, mientras que el ático alberga dos dormitorios con baños privados y solárium. El módulo en el lado norte, en cambio, es un gran espacio abierto con ático, dormitorio, baño y solárium.
El diseño limpio y geométrico, que recuerda a las casas danesas y noruegas, sorprende por la calidez de sus interiores, gracias al uso de la madera, las vigas a la vista en la zona de dormitorio y la relación ventana/suelo. La puerta de entrada enmarca el mar, el primer elemento en perspectiva que se percibe nada más entrar. Las ventanas están diseñadas para tener puntos de vista específicos hacia el exterior y la naturaleza circundante, sin interferir visualmente con los peatones, los automóviles y la propiedad cercana.

Residenza Q tiene un techo a dos aguas que, que se desplaza sobre el eje de la cumbrera principal, permite una colocación escalonada de las dos unidades. Esta elección da privacidad a cada uno de los módulos, manteniendo así la identidad de una sola vivienda rodeada de vegetación.
Para realzar la privacidad y dar color a la luz de los interiores, la arquitecta creó un invernadero con yeso azul de grano grueso, inspirado en el jardín Majorelle de Marrakech. El patio del invernadero, rico en plantas suculentas, está dominado por grandes vigas de madera de corte tosco, diseñadas para filtrar la luz del día sin oscurecerla. Aquí la inspiración viene de Luis Barragán: desde el patio azul la luz fluye por los interiores adquiriendo una nueva dimensión, creando un estado de ánimo.







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