[Publicado en Glocal Design número 67 | Especial «El interior que nos construye»].
«Cuando llegué a México, hace casi treinta años, por casualidad me autonombré diseñador de interiores, pero debo confesar que no me fue nada bien; por lo que, durante algún tiempo trabajé como guía de turistas e incluso fui actor en una película.
La verdad, mi carrera como diseñador comenzó hace unos quince años, hice varias casas hasta que en algún momento me cayó el proyecto de hacer el restaurante Pujol (el primero) del chef Enrique Olvera.
Gracias a él, después hice otro restaurante en la calle de Moliére, en Polanco, para Plácido Domingo y así —poco a poco— empecé a creer en mí mismo y en que mi trabajo sí era bueno», comparte el interiorista belga Dirk Jan Kinet, cuyo estilo ecléctico mezcla antigüedades, piezas vintage de las décadas de 1940 a 1980, creativas luminarias, arte inquietante e ilimitados colores en sinergía con el buen gusto, armonía y cero pretensiones.
Así fue cómo el creativo se fue desenvolviendo y desarrollando otros proyectos residenciales, y comerciales, además de vender muebles estilo vintage que rescataba de los mercados de pulgas, dar clases en la Universidad CENTRO e impartir cursos de decoración para ayudar a las señoras a mejorar sus casas.
Trabajar con ‘carta blanca’
«He hecho muchos proyectos residenciales de los cuales no he hecho mucho ruido porque a final de cuentas debo confesar que es una de las cosas que menos me gusta hacer. Al inicio me gustaba, pero últimamente ya no; prefiero los proyectos comerciales para los que además exijo una total y abierta ‘carta blanca’ para crearlos».
«En mi opinión —enfatiza Jan Kinet— los proyectos comerciales son más interesantes y más creativos. He hecho hoteles y recientemente tres clínicas, de los cuales estoy muy orgulloso por su propuesta en el uso de mobiliario y de la combinación en la paleta de materiales y de color».
Su sello: el color
«Es muy raro, pero curiosamente nunca pienso demasiado sobre nada relacionado con mi trabajo. Podría decir, por ejemplo, que siempre he usado color. Recuerdo la primera vez que publicaron mi casa en una revista (hace unos veinte años) y salió la sala en la portada; todo era blanco, beige y chocolate. Creo que ahí empezó todo, no fue una cosa planeada, surgió natural y hoy en día cuando veo paredes en blanco, en mi mente ya las estoy pintando de otro color».
«El color de cada espacio me lo pide el lugar mismo. ¡Me gustan todos los colores! Quizá he usado mucho amarillo que no es nada fácil, pero también me encantan el rojo y naranja e incluso el morado, que es un tono poco común».
«Cuando un cliente me dice que no sabe qué colores le gustarían para su casa, simplemente le pido que me abra las puertas de su clóset y es ahí donde descubro cuáles son sus tonos predilectos».
«En mis proyectos comerciales el uso del color ha sido muy importante. Una de las clínicas que remodelé se especializa en tratamientos de fertilidad y cuando me contactaron para hacerla, lo que pensé fue cómo desarrollarla sin caer en lo habitual de este tipo de lugares que, por su naturaleza, tienden a ser un poco estresantes para las parejas que asisten con la esperanza de tener hijos pronto».
«Mis primeras ideas fueron: necesito que las chicas cuando vayan a la clínica en lugar de vivir una situación incómoda y deprimente porque están luchando por tener un hijo, estén a gusto y se sientan como en casa; por eso, usé terciopelos e hice una banca larguísima forrada en color rosa, para transmitir la sensación de un lugar más agradable. Hoy, hasta la gente de otros consultorios, voltea a ver el espacio y se siente atraída a ir y conocerlo pues parece casi un salón de té o de cupcakes».
«Otra de las clínicas la hice con muchos tonos de azules e integré un mural hecho por mí con la idea de dejar una especie de firma en el proyecto. Ésta da la apariencia de ser un lugar más juvenil y mi cliente me dice que las chicas están fascinadas y se contagian de ganas de ir a sus consultas y pruebas, las cuales muchas veces resultan ser algo fastidiosas para ellas y sus maridos».
«En ambos casos creo que la experiencia sensorial que comparte el color es fundamental, pues éste transmite un sinfín de información aunque los patrones sean muy diferentes, ya sea a través del papel tapiz, los murales, las paredes, los muebles etcétera».
Como creativo no te sabría decir cómo llegué a esta armonía visual, pues creo que es ahí donde justamente entra la experiencia y el talento del diseñador. Lo que sí podría remarcar es que una de las claves está en tomar riesgos y atreverse a usar el color».
Para el interiorista, otros de los elementos arquitectónicos que no deben faltar en un proyecto son los murales y el uso de papel tapiz sumado a un buen proyecto de iluminación y la composición de por lo menos unas tres piezas de mobiliario de estilo vintage.
«El aroma y la música también son muy importantes para mí, pues al igual que color, brindan una experiencia total», concluye Dirk, quien se siente muy orgulloso de que su trabajo continúe inspirando a la gente: «Eso me demuestra que mi trabajo está bien ejecutado, es divertido y que mis proyectos tienen vida».