Departamento Encino Negro, de dıreccıon, despacho liderado por Mariana Morales, es un proyecto de interiores para una familia de cinco personas. El programa para este penthouse de dos niveles en un piso 21 requirió de varias áreas sociales pues cada miembro de la familia recibe invitados con frecuencia.

Antes de la remodelación, el departamento se sentía frío y vacío. Los acabados eran de madera de tzalam rojizo, mármol Tepeji dorado y muros blancos. Faltaban espacios de guardado y privacidad entre las áreas. Con la intervención se volvieron independientes las zonas sociales y privadas, y la paleta de materiales más obscura aumentó la sensación de que el espacio arropa a sus ocupantes. Los muros se pintaron de gris; para el piso se utilizó roble europeo, y para los libreros y puertas, madera de encino cardeado negro. El nuevo proyecto de interiores consiguió una integración armoniosa entre las funciones sociales y de descanso de la familia: cada espacio invita a estar. El cambio de tonalidad favoreció la escala del espacio y lo hizo más introspectivo. La atmósfera se volvió acogedora, y se equilibraron las sensaciones tanto de amplitud como de contención.

El departamento tiene una vista espectacular de la ciudad desde cualquier espacio. En la planta baja se encuentran un área social y la cocina. La sala y el comedor comparten un mismo espacio de doble altura junto a un ventanal que los llena de luz. Un lambrín de madera oculta el acceso hacia el área privada (un cuarto de televisión y tres recámaras con sus respectivos baños y walk-in closets) y hacia la escalera. En la planta alta hay un gran family room con sala de televisión, bar, otro comedor, área de juegos y gimnasio.

Cada material y textura se eligió cuidadosamente por su naturalidad: madera, piedra, lino… Colores neutros en apacible armonía crean una pizarra en la que resaltar, a través del arte y los afectos personales, el carácter único de la familia. El Apartamento Encino Negro expone obras de Miguel Castro Leñero, Raúl de la Cerda, Daniel Alcalá y Daniela González. Mariana Morales recomendó a estos artistas y acompañó al cliente en el cuidadoso proceso de selección y adquisición de cada pieza.

Pensando en el equilibrio de cada espacio, muchas de las piezas de mobiliario y decoración fueron especialmente diseñadas y elaboradas: sofás, mesas de centro, libreros, escritorios, camas, mesas de noche y tocadores. La mesa de ping pong y el futbolito se hicieron a medida para que se integraran con el resto de los elementos, y el comedor puede convertirse en tres mesas de dominó. dıreccıon también se seleccionaron los accesorios de iluminación, las obras de arte y los textiles. La tela elegida fue el lino por su esencia natural en sintonía con la paleta de colores neutros y los materiales utilizados para este entorno.

El resumen era renovar el espacio e incluir varias áreas de estar para acomodar las frecuentes visitas de invitados que entretiene cada familia. Antes de la remodelación, el condominio se sentía frío y vacío, tenía acabados de madera de tzalam rojo y mármol dorado de Tepeji sobre paredes blancas desnudas, y faltaba privacidad e independencia entre las diferentes áreas de estar.
En el nuevo diseño, las áreas privadas y comunes están marcadamente separadas e independientes entre sí, y el uso de una paleta más oscura de materiales y colores acentúa el nuevo encanto acogedor e íntimo de cada espacio. Las paredes se pintaron de gris, se instaló tarima de roble europeo y puertas y estanterías de encina. El nuevo diseño logró una integración equilibrada entre los espacios de juego y descanso de la familia, cada uno invitando a sus ocupantes a simplemente… ser. El cambio de tonalidades ayudó a que la escala del espacio se volviera más introspectiva. El ambiente general se volvió acogedor con una sensación equilibrada de amplitud y moderación.

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