En el marco del décimo aniversario de Design Week México, la plataforma de Design House –ejercicio de arquitectura e interiorismo que se integra anualmente dentro de las actividades de DWM– tomó una casa abandonada que se transformó por 24 diseñadores y arquitectos locales, cada uno restaurando una habitación o área al aire libre que atendiera las celebraciones del World Design Capital 2018. Entre las intervenciones, una de las más destacadas fue la de Broissin Arquitectos, despacho que estuvo a cargo del patio de acceso a la casa y lo transformó en un ‘micro bosque’ con una pequeña casita del árbol colocada sobre un fresno centenario.
Por culto popular, ‘la casita del árbol’ es un elemento que remite a la niñez y a la búsqueda de un espacio propio que nos dé refugio, desconexión y que sea escenario de aventuras y sueños. Convencionalmente está construida de madera, aunque para este proyecto se reinterpretó en cristal. En primer lugar, para recordar la inocencia que tenemos cuando somos niños y que al paso del tiempo se difumina, como la calidez de la madera sustituida ahora de manera artera por la frialdad del vidrio.
Como colofón, el proyecto hizo referencia a la obra de teatro Privacidad de Diego Luna, que fungió como vocero del proyecto, en la que se cuestiona la supuesta privacidad que nos prometen las redes sociales; de la misma forma lo diáfano de la casita también busca invitar a la reflexión sobre la seguridad y la privacidad que se buscan en un espacio construido, elementos que se ven comprometidos en ocasiones por el mal uso del espacio, por el usuario en sí o por factores propios al diseño arquitectónico, como es el caso premeditado en este ejercicio.