Echegaray es una residencia que surge de un terreno de piedra y, de la misma forma, el proyecto es una piedra sólida de color negro con un pabellón de madera encima. Lo oscuro y cerrado del área privada, que representa la piedra del terreno, y lo ligero del área pública con una vista panorámica generan umbrales que están hechos para descubrirse y crear sensación de intimidad y apertura.
El programa arquitectónico responde a estas intenciones, por lo que se tomó la decisión de cambiar el orden convencional del programa al colocar el estacionamiento en la planta baja, el área de dormitorios en el primer nivel y el área pública en el último, de esta forma se crean velos de luz. El recorrido comienza por la escalera, un elemento que te guía por medio de un tragaluz que ilumina y marca la circulación. Puedes subir a lo social sin pasar por lo privado, y una vez que atraviesas el umbral del bloque cerrado, el área pública se vuelve ligera a través de su estructura de madera.
Los materiales que se usaron son naturales y la excavación del terreno fue mínima. Se usaron muros de contención e incluso, el terreno pedroso queda expuesto con gran esplendidez para convertirse en las vistas laterales de los cuartos y brindarles una vista agradable.
La casa está hecha para descubrirse, como se hace al subir una montaña: el proyecto es una piedra o bloque cerrado que contiene los espacios privados para darles la intimidad que necesitan y, sólo hasta que subes al área social en el último piso, descubres la vista del terreno en toda su longitud.