Es bien sabido que cuando un médico termina sus estudios universitarios hace el famoso Juramento Hipocrático, el cual orienta al médico a una práctica ética de su profesión, incluyendo su trato con alumnos, familiares, pacientes y la sociedad en general. De forma similar, los arquitectos cuentan con su código de ética, dónde se enlistan las obligaciones con sus clientes, ciudad, sociedad, gremio y profesión. ¿Y los diseñadores? ¿No deberíamos todos tomar este tipo de juramento antes de embarcarnos en nuestra carrera profesional?
Tal vez no hacemos operaciones a corazón abierto, pero sin duda alguna los diseñadores también tenemos obligaciones con la sociedad, que van mucho más allá de nuestros clientes. Es fundamental cuestionarnos el impacto de nuestras creaciones, ya no podemos cerrar los ojos ante las situación que vive el mundo. Crear por crear ya no es una opción, o al menos no debería serlo.
Una isla de plástico flotando libremente por los océanos debería de ser lo suficientemente alarmante para cuestionar los materiales y el ritmo al que estamos produciendo, consumiendo y desechando objetos. Pero parece ser que no es así. Seguimos fabricando objetos al por mayor, que en vez de ser planeados para tener una larga vida o poder ser reparados, son desechados después de ser usados una vez o cuando llega al mercado la nueva versión, creando una cantidad irreal de desechos que supera la capacidad humana de procesarlos. La práctica usual de lanzar una colección nueva cada temporada o un modelo nuevo cada año está llenando cada rincón de nuestro planeta con basura.
El compromiso con el medio ambiente, aunque importante, no es el único que nos debería preocupar. ¿Qué hay de los consumidores? El famoso usuario ¿Estamos siendo justos con ellos? Cómo diseñadores debemos crear lo mejor posible y dejar de creer que el mínimo es suficiente. Dejar de subestimar al cliente con objetos, imágenes y sistemas, que además de burdos no cumplen su función, o crean más problemas que soluciones. Es común escuchar que el mercado consume basura o se conforma con lo que sea, ¿Pero es culpa absoluta del cliente? Más bien es un círculo vicioso que tenemos que atacar de ambos lados. Como consumidores, exigir mejor calidad y tomar la decisión de dejar de consumir la copia china importada por ahorrarnos unos pesos o la última colección de fastfashion que después de 6 meses no va a volver a salir de nuestros closets. Y como diseñadores crear productos duraderos, sofisticados y funcionales. Cómo creadores buscar poco a poco educar al mercado, y como consumidores exigirlo.
¿Y el compromiso con el gremio? En México el mundo del diseño es relativamente joven y pequeño comparado con otros países, es por eso que es de vital importancia comprometernos con el, por que al final del día la actividad individual se refleja en lo colectivo. Como profesionistas pertenecientes a un gremio es importante respetar a nuestros colegas, ya sean colaboradores o empleados, y otorgarles el respeto y crédito justo cuando es debido. Hay que tener en cuenta que al final el conjunto sólo será tan bueno como sus individuos se lo permitan, por lo cual es nuestro deber prepararnos lo mejor posible como profesionistas, para crear un ambiente de crecimiento y con prácticas justas, que al final del día nos beneficiará a todos. Predicar con el ejemplo.
Al final del día el diseño es una profesión noble, que en esencia busca servir a los demás, ya sea proporcionando información, un servicio, sistema u objeto que nos proporcione una mejor calidad de vida a todos, pero tenemos que recordar que con la simple intención no basta. Seamos concientes del impacto que tiene nuestra práctica y creaciones en el mundo, al final de cuentas estamos marcando el estándar que los que vienen detrás de nosotros buscarán cumplir, pongamos la barra alta.