En las calles de la colonia San Miguel Chapultepec de la Ciudad de México se descubre Galería RGR: un espacio creado para exponer arte moderno y contemporáneo, el cual aprovecha la piel natural de un edificio ya existente, cuya arquitectura original está construida con una cimbra aparente de concreto en todos sus muros.
Se trata de un proyecto de remodelación que se complementa con una solución de arquitectura interior, realizada por el el despacho multidisciplinario Salinas Lasheras, fundada por el arquitecto Edmundo Salinas en 1997 y a la que dos años más tarde se integra Manuel Lasheras como socio, para sumar su talento.

Salinas explica que este proyecto –en particular– se trata de un caso atípico, pues surgió de una manera muy casual que poco a poco se fue formalizando hasta concluir en el trazo de una propuesta que prácticamente re-direccionaba la totalidad de los primeros trabajos de remodelación realizados en el edificio (incluso al nivel de cambiar de proveedores), con el objetivo de sacarle el máximo provecho al espacio y resolver los procesos con la calidad adecuada. “Como arquitecto interiorista me sucede que espacio al que entro, inmediatamente lo empiezo a transformar en mi cabeza y a imaginar lo que haría para explotar sus cualidades. Así fue cómo descubrí el potencial de Galería RGR + ART y me percaté de ciertos elementos interesantes que se podían aprovechar”, relata el arquitecto a modo de anécdota.
Entre estos elementos importantes destaca una ventana con una altura baja muy atípica que se encuentra en el segundo piso del área principal de la galería, la cual hoy se ha convertido en la protagonista dentro la arquitectura interior del espacio. Esta ventana está enmarcada por el concreto aparente de los muros originales del edificio, los cuales funcionan como un fondo perfecto para exponer arte.

El arquitecto argumenta que esto es algo muy poco visto en museos o galerías, pero –como experto conocedor y amante del arte– sabe que ciertas piezas pueden lucir y apreciarse aún mejor en este tipo de fondos, que si sólo se trata de un típico muro blanco. “Como solución adicional decidimos crear un gran mural blanco para resolver esa necesidad, pero sin desestimar las otras caras que surgían de la piel natural del edificio, así como de sus vigas, concreto aparente e incluso el piso existente que curiosamente tiene una cuadrícula hasta numerada y muy poco común, y al que se le dio un tratamiento especial para rescatarlo y darle vida otra vez”.

Así, Galería RGR + ART se descubre como un espacio de arquitectura interior sobria que no compite con el tipo de obras presentadas o que se vayan a exponer en el lugar, y a su vez se convierte en un sitio interesante en sí mismo, el cual se recorre, se disfruta y se vive aun si no hubiera alguna pieza de arte en exhibición. “Es una dualidad complicada, que finalmente logramos y que comparte una experiencia distinta a los visitantes; por lo general, la gente está acostumbrada a que las galerías se vistan de paredes blancas y lo que nosotros quisimos hacer fue imprimirle personalidad al edificio y a la galería, respetando gran parte de sus materiales originales y de su estructura expuesta. Nuestra intención es que de una forma muy sutil la gente se acuerde de la galería ‘por la galería’ y no sólo por la obra que vaya a ver”.
Un punto focal en este proyecto y cuya solución se trabajó en colaboración con profesionales en la materia fue: la iluminación, aspecto que se resolvió con un sistema especial que permite exponer cualquier tipo de obra bajo cualquier perímetro o al centro de la galería. “Y es que al ser un espacio con pocas ventanas y que no cuenta con iluminación natural, este elemento se tuvo que pensar muy bien para tener la posibilidad de montar cualquier tipo de exposición sin que ésta demeritara su función”, concluye Salinas.

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