Dividido en cinco diferentes salas, la muestra hace un recorrido por la historia de la marca, que va desde sus primeros años, hasta la influencia que tuvo en figuras de la talla de María Felix.
El museo Jumex fue el encargado de traer de vuelta a México algunas de las joyas icónicas de la casa francesa, de las cuales, algunas destacan por haber sido portadas por la actriz María Félix. La muestra El diseño de Cartier: un legado vivo está en exhibición desde ayer, 15 de marzo y se conforma por piezas emblemáticas del patrimonio de la Maison, a través de piezas de su propia colección, de colecciones privadas y de archivos documentales.
La exposición recorrerá cinco temáticas. Las cinco secciones de la exhibición recorrerán los primeros años de Cartier, en Los primeros años y el nacimiento de un estilo; la llegada de la maison al mundo, con Curiosidad universal; darán voz a algunas de las joyeras emblemáticas de la casa, en El gusto de Jeanne Toussaint; recorrerán la el éxito de la marca, en Medir el tiempo y portar la belleza; y tendrán el espacio dedicado a María Félix y otras glorias de la moda, en María Félix y los iconos de la elegancia.
Ana Elena Mallet, comisaria de la exposición, contó en la mesa redonda inaugural su sorpresa al bucear en los archivos de Cartier y encontrar una relación de la casa con México y Latinoamérica. “Esta exposición es importante porque en México tenemos una audiencia muy interesante para la cultura y tenemos que ofrecer nuevas propuestas, como contar la historia a través de la joyería. También a través de los personajes que llevaron esas joyas”, explicó en la presentación, donde nombró no solo a María Félix, sino también a la mexicana Gloria Guinness o las actrices afincadas en el país norteamericano Barbara Hutton o Merle Oberon, clientas de la casa. Por primera vez se muestra, además, el reloj misterioso que la filántropa Luz Bringas regaló a José Yves Limantour, quien fue secretario de Hacienda del presidente mexicano Porfirio Díaz.
Respecto a la museografía fue la arquitecta Frida Escobedo la encargada de dotar a las las piezas de contexto, para ello, acudió a las fotografías que Josef Albers tomó en 1939 de las pirámides de Tenayuca, así como de los dibujos abstractos que los hermanos Josef y Anni Albers realizaron durante sus viajes a México. El resultado es una escenografía estratificada y oscura, “un poco brutalista, pero también hay algo muy manual y orgánico que apela a la tierra mexicana, a las montañas, las mesetas, los estratos de la tierra, que contrasta con las piezas”, explicó Escobedo. En cuanto a la iluminación, la también encargada de la nueva sección del Museo de Nueva York, aseguró que se trata de acostumbrar al espectador a la oscuridad, para que con ello sea capaz de prestar especial atención al detalle.
Design Films

Edición 70 | Especiales «Espacios públicos» y «Mujeres en la arquitectura y el diseño en México»


